El rock nacional vivió otro pequeño pero gran triunfo.

Los 7 años del portal iRock como principal medio de difusión para el Rock y la música local no pueden ser pasados por alto. La convocatoria generada para el viernes pasado en el Club Rock & Guitarras de la capital tuvo su razón de ser tomando en cuenta el cartel de la jornada, en el cual figuraron nombres correspondientes al presente del estilo, todos encarnando el valor de la autogestión y la integridad fuera del circuito ligado al ‘mainstream’, pero apuntando y mirando en grande, como debe ser en estos tiempos.

El Hard Rock de alto octanaje de Profano fue el encargado de abrir la noche capitalina, sin pelos en la lengua y directo al mentón. Un sonido bien aceitado, complemento perfecto para el puñete de la firma estampada por el power-trío desde el arranque. «Incomunicados» y «Quimera», por nombrar un puñado, arremeten con todo gracias a la compenetración de sus creadores en favor de un propósito en común. La fuerza de los riffs y la simpleza con que la música impone su superioridad, bastan para entender y conectar con un estilo sin dobles intenciones. Honesto, pesado cuando hay que serlo y melódico sin perder una pizca de su marca basada en la dureza de su sonido. Insolencia y transparencia en todas sus líneas, Profano dio el puntapié inicial a su estilo, sin tener que rendir explicaciones.

Del Hard Rock de fina cepa, pasamos al ropaje inclasificable de Horeja, agrupación cultura de un estilo netamente avant-garde, donde convergen el Metal, y los sonidos progresivos, sumándose un concepto basado en la denuncia y la crítica social, siempre con nombres y apellidos. Montando una puesta en escena que da pie al Rock como actitud y la experticia técnica de sus integrantes canalizando esta propuesta repleta de vanguardia e irreverencia, bombazos como «ReEvolucionar» y «Orden y Patria» -esta última dedicada con ‘cariño’ a los «amigos en el camino»– hacen lo suyo y construyen en vivo un lienzo que combina tonalidades de locura con matices de combate y pensamiento. Para entonces, y a pesar de lo moderada de la asistencia en el recinto ubicado en avda Vicuña Mackenna, el incendio era inminente y sólo quedaba entregarse ante la ReEvolución con que el Rock proyecta su personalidad multifacética sin aferrarse a nada que no responda a sus principios. Horeja en vivo, un deber musical y social en estos «tiempos mejores».

Llamarles «revelación» es poco tratándose de una agrupación que, por estos días, se encuentra en plena siembra y cosechando los frutos de un recorrido pedregoso. Desde Temuco, Alectrofobia hizo justicia a su elección como ‘plato de fondo’ y qué mejor que remarcar este éxito rotundo repasando «Imbécil» en su totalidad, el trabajo que marcó un punto de inflexión para los de Temuco. Un disco sin pelos en la lengua y perfecto para disfrutar en vivo, en toda su forma y con el público en llamas.

Con la placa editada en 2016 repasada de principio a fin, pudimos apreciar las virtudes de un trío que expande su sonido a la altura de la actitud con que sus componentes se dirige hacia un público entregado. Increíble la solidez con que Alectrofobia levanta su propio muro de sonido, sin grietas en su superficie y estableciendo sus dominios sin cuestionamiento que valga. También debemos sumar el sentimiento de hermandad con que su sello adquiere sentido y razón, reflejado en la participación de Roberto «Flaco» Ugarte -baterista con quien grabaron el álbum mencionado- en medio del set de «Imbécil». Un momento a enmarcar en la memoria, al igual que el encore interpretado después del LP, con «Cómo no me va a doler» anotándose como uno de esos himnos a cantar con puño en alto. Broche de oro magnánimo para una noche en que el Rock nacional vivió otro pequeño pero gran triunfo y fuimos testigos del peso de la calidad surgida en esta faja de tierra larga y angosta. De paso, le deseamos a iRock otros 7 años multiplicado por infinito como baluarte de la difusión del Rock chileno y recordarnos lo que realmente importa cuando hay pasión detrás de todo esto.

Texto: Claudio Miranda
Fotografía: Nicolás Soto Fotografía

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