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Uno de los grandes iconos del rock de la historia tuvo una de las vidas más envidiadas por parte de sus seguidores, y, aunque no sea ejemplo de nada relacionado con la salud, Lemmy Kilmister tuvo etapas muy sorprendentes, una de las primeras fue cuando se mudó a Londres en busca de aventuras, su amigo Neville Chesters le dio cobijo y con él, que ya había hecho sus pinitos formando parte del equipo de colaboradores de bandas como The Who y en aquel momento se había convertido en mánager del recién formado The Jimi Hendrix Experience consiguió un trabajo de roadie de Hendrix; empezó por ser el recadero del guitarrista y éste le enseñó, según relataba el propio Lemmy, «a encontrar drogas en los lugares más inverosímiles, porque eso era parte de mi trabajo con él. Yo le conseguía ácido cuando su camello no podía; le traía diez tabletas, él tomaba siete y me daba las otras tres a mí.«

No fue lo único que aprendió con el maestro de las seis cuerdas, ya que, poco a poco, fue ganando confianza y comenzó a arreglarle cualquier cosa, desde amplis a guitarras, aseguraba que «después de que terminara de tocar, yo tenía que reparar sus fuzz (mítico pedal que utilizaba Hendrix para saturar la señal de su guitarra), porque él los destruía todos, los pisaba y los pedazos salían volando por todas partes. Encontrabas piezas por todo el escenario, así que tenía que ir recogiendo los pedacitos para volver a juntarlos… era un jodido asesinato, ¿cómo era capaz de destruir así su equipo?«

Lemmy añadía que «como roadie para The Jimi Hendrix Experience aprendí que debía dejar de tocar la guitarra, cualquiera que ha visto a Hendrix debería renunciar a la idea de ser guitarrista, porque él era increíblemente bueno, en verdad quitaba el aliento«, afortunadamente nos dejó un gran legado como bajista que podemos apreciar a continuación junto a Motorhead en Stage Fright reventando con una gran canción como Overkill.

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