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¿Quién podría asociar la canción ‘I Disappear’ de los gigantes Metallica con un apocalipsis de caóticas proporciones? Este pasado 13 de abril, acabamos de conmemorar 23 años de una de las historias musicales y legales, más interesantes de los últimos tiempos. Lean con calma y atención…

Todo comenzó en junio del año 1999, cuando un tipo llamado Shawn Fanning, que acababa de dejar la universidad, se unía a Sean Parker, un hacker adolescente (si, el de Facebook), para comenzar a trabajar juntos en un Frankenstein de software que llevaría por nombre Napster, sitio web que permitía ‘buscar archivos y hablar entre personas para construir comunidades dedicadas a diferentes tipos de música’. Se escuchaba bien en realidad.

Eran tiempos de cambios tecnológicos grandes, donde el Internet comenzaba a desarrollarse con más velocidad y, sobre todo en las universidades. Este sitio web se convirtió en el sitio idóneo para descargarse canciones. Era sencillo buscarlas y encontrarlas, solo hacía falta teclear el nombre de la banda o de la canción y darle al botón de descargar. La web funcionaba genial para descargarse canciones de manera gratuita y siendo sinceros, no era demasiado legal.

Napster fue un éxito total. Millones de archivos musicales y otros tipos de archivos eran compartidos por todos los usuarios que estaban registrados en este programa sin mucho control. Tanto fue el éxito que la industria del entretenimiento no tuvo más remedio que mirar a esta plataforma y pensar en un plan de acción. ¡Era en verdad el principio del fin para la industria musical como la habíamos conocido por décadas! Los discos compactos, tenían los días contados y nadie se daba mucha cuenta en realidad.

La industria musical no estaba muy contenta obviamente y buscó una manera de contratacar. En diciembre de 1999, la Recording Industry Association of America demandó a Napster. Sus motivos eran que la web ‘estaba facilitando la piratería y tratando de construir un negocio a las espaldas de artistas y propietarios de copyright’. Algunos ejecutivos llegaron a decir que Napster era ‘el sitio más insidioso que habían visto nunca’. En definitiva, tenían un cabreo mayúsculo y no pensaban pasar por alto la situación.

Aquí es donde entran los chicos de Metallica y más específicamente el pequeño Lars Ulrich. Un buen día esta banda de San Francisco se dio cuenta que una versión incompleta del tema ‘I Disappear’ que había comenzado a sonar, sin permiso, en varias radios, se había filtrado a través de Napster. Esta canción fue compuesta para la película Misión Imposible II con el ‘simpático’ de Tom Cruise y ni siquiera la habían lanzado oficialmente, por lo que varias radioemisoras norteamericanas comenzaron a difundir la canción. Si tienes más de 30 años, ahora ya sabes por que en tu reproductor antiguo estaba esta canción y no sabías ni por que.

‘Me llamaron a nuestra oficina al día siguiente y me dijeron que el audio había salido de Napster’, recordaba Lars Ulrich en 2013. No solo era eso, sino que todo el catálogo de Metallica se podía descargar gratis en la web. El pequeño baterista estaba rojo de ira, le hervía la sangre como nunca antes lo había hecho. Su reacción fue simple: ‘Si ellos jodían con nosotros, nosotros les íbamos a joder a ellos’.

Metallica presentó una demanda el 13 de abril de 2000, no solo contra Napster, sino también contra varias universidades de Estados Unidos que habían puesto sus medios para que algunos de sus estudiantes accedieran a la web. Se les acusaba de vulnerar el derecho de autor, uso ilegítimo de un interfaz de audio y de violar la famosa ley RICO, que habla sobre organizaciones ilegales y corrupción, tipo crimen organizado. ¡Metallica se fue con todo y por todo!

En resumen, a Napster la situación se le estaba poniendo bien fea. Metallica pedía nada más ni nada menos que 100.000 dólares por cada violación del copyright. Esto significaba muchísimos millones de dólares, suficientes para dejar a los dueños de este sitio sin plata y probablemente también sin casa y sin vida.

Ulrich explicó, a través de una entrevista con Rolling Stone, el motivo de su decisión: ‘Con cada proyecto, vivimos un duro proceso creativo para conseguir crear la música que sentimos que representa a Metallica en cada momento de nuestras vidas. Nos tomamos nuestras creaciones -la música, las letras, las fotos y el trabajo artístico- muy en serio, como lo hacen casi todos los artistas. Por eso nos enferma saber que nuestra música se esté vendiendo como una comodidad en lugar de como el arte que es’.

‘Desde un punto de vista de negocios, esto va sobre la piratería, de que nos han quitado algo que nos pertenece’, explicó Ulrich. ‘Eso es moral y legalmente incorrecto. Repartir esa información, ya sea música, vídeos, fotos o lo que sea, es, en efecto, traficar con bienes robados’, siguió.

Napser, por su parte, no iba a permitir que se les atacara de esta manera y preparó su defensa contra Metallica y contra otra demanda del rapero Dr. Dre, que habían recibido semanas después. Algunas universidades, por su parte, bloquearon el acceso a la web y se libraron de la demanda. Otras, las más importantes, como Hardvard o MIT, no permitieron que el acoso de los músicos les obligara a negar el acceso libre a Internet de sus estudiantes.

No fueron pocos, tampoco, los músicos que se pusieron de parte de Napster, bandas como Public Enemy, Limp Bizkit o The Offspring creían en la libre distribución de la música antes que en el puro negocio.

En ese mismo orden, Kid A por ejemplo, el cuarto álbum de Radiohead que salió a la venta en octubre de 2000, fue filtrado meses antes en este programa de intercambio. Lo siguiente que siguió fue que el disco físico permitió a los británicos alcanzar por primera vez el primer lugar de ventas en Estados Unidos, pese a que no tuvo sencillos promocionales. Además, la consecuente gira tuvo un éxito inesperado, pues muchos fanáticos ya conocían el sonido experimental del álbum. La industria de la música había cambiado para siempre y ahora, los discos no tenían que llegar necesariamente al usuario…

Metallica, y más concretamente Ulrich, no paró ahí con su estrategia de acoso y siguieron con anuncios ofensivos y degradantes. Sin embargo, fueron mucho, mucho más lejos aún. La banda consiguió más de 335.000 nombres de usuarios de las personas que habían, en teoría, descargado su música ilegalmente y pidió a Napster que los bloqueara.

Los fans se volvieron locos de furia. Aquella demanda ya no parecía un asunto de negocios, se había convertido en un acto de codicia, según algunos, y lo peor de todo, en un ataque personal contra los fans de Metallica. ‘Algunos artistas están en esto por el arte de la música, otros por el dinero’, decía Wayne Chang, el encargado de los boletines online para la comunidad de Napster. ‘Metallica acaba de demostrar el lado en el que están’. Pues, esta apreciación aplica hoy, en esa época simplemente Metallica estaba viendo como todo su modelo de negocio se desplomaba ante sus ojos… La situación era grave…

La venganza de los fans estaba a punto de comenzar. La compañía de música online August Nelson creó una página web llamada PayLars.com, que permitía a los fans ‘donar un dólar por cada canción de Metallica publicada’ para ‘compensar por todo el dinero que ha perdido la banda con el intercambio de los mp3 online’.

De repente, comenzaron a surgir vídeos riéndose de la banda y se llegaron a crear camisetas contra la banda en las que se podía leer ‘Metallicodicia (Metalligreed)’ que llevaron los miembros de Mötley Crüe.

Fue precisamente Nikki Sixx el que decidió atacar a Metallica ante la situación: ‘Los cerdos se engordan y después se matan y creo que están tratando a los fans como tales’, dijo a MTV.Ganan suficiente dinero con sus camisetas, conciertos y demás. No creo este se un comportamiento aceptable de un artista para con sus fans. Elektra y el manager de Metallica están lavándole el cerebro a los chicos en Metallica y están jodiendo a sus fans. Creo que eso es muy jodido’.

La contestación del representante de Metallica, Gayle Fine, también fue bastante fina: ‘Si Mötley Crüe está en un lado y nosotros en el otro, te puedo garantizar que estamos en el lado correcto’. Seamos honestos, los Crue no son precisamente el mejor ejemplo de ética y moral, así que nos parece una actitud algo tonta en realidad.

Finalmente la corte encontró a Napster culpable de los siguientes delitos: sus usuarios estaban directamente infringiendo los derechos de autor, Napster además era responsable por contribuir a las infracciones de derechos de autor y por ultimo de ser responsable por violación indirecta a los derechos de autor.

Al final, en 2001, Napster llegó a un acuerdo monetario con Metallica, de una cantidad que no ha sido revelada hasta la fecha.

Ulrich, se tranquilizó: ‘Creo que hemos resuelto el asunto de una manera que funciona para los fans, los artistas y los compositores», dijo. ‘Nuestra pelea no ha sido por el concepto de compartir música, todo el mundo sabe que nunca nos ha molestado que nuestros fans intercambien cintas de nuestros conciertos. El problema que tuvimos con Napster es que nunca nos preguntaron a nosotros ni a otros artistas si queríamos ser parte de su negocio. Creo que este acuerdo creará la protección a los músicos que necesitábamos de la compañía’.

Fanning, el co-fundador de Napster, también se mostró conciliador: ‘Estamos deseando ganarnos el respeto y el apoyo de Metallica trabajando para convertir a Napster en una herramienta que sirva para responder a las necesidades de los artistas para transmitir su arte y los deseos de los amantes de la música de todo el mundo’.

En efecto, Napster iba a cambiar su modelo de negocio. Los mp3 ya no se iban a poder compartir libremente y, sin embargo, algunos artistas podrían sacar su música a través de la plataforma. En 2001, se descativó su servicio. Aunque prometieron que iba a volver y Metallica se mostró predispuesta a compartir parte de su música cuando la empresa asegurara el pago a los compositores, aquel día nunca llegó. Napster se declaró en bancarrota en 2002.

Con el tiempo, Ulrich se arrepintió de su comportamiento: ‘Me gustaría haber estado mejor preparado para la tormenta de mierda en la que nos metimos’, reconocía en 2014. ‘No me arrepiento de haber atacado a Napster, pero me parece extraño que, para mucha gente, aquello se haya convertido en nuestro legado, porque, para mí, es una nota a pie de página’, siguió.

En pleno año 2000, Fanning apareció como presentador en la ceremonia de los MTV Video Music Awards. Este cínico, se presentó con una camiseta de Metallica y ‘For Whom the Bell Tolls’ sonaba de fondo. Cuando se le preguntó de dónde sacó la camisa, Fanning dijo: ‘un amigo mío la compartió conmigo’. Lars Ulrich estaba sentado en la audiencia, y su reacción se mostró como un aburrimiento fingido.

La historia de Napster preparó el camino para el surgimiento de iTunes, plataforma que nació en 2001 sólo como reproductor de música pero que en 2003 se volvió una tienda online también.

Esto fue todo un acontecimiento pues Apple logró acuerdos con sellos para la distribución de música de forma legal y pagada y a veces de forma exclusiva, siendo por años, la forma en la que muchos artistas y bandas promocionaron su música a través de internet, hasta el surgimiento de otras plataformas de streaming disponibles actualmente en gran parte del mundo y que ofrecen millones de canciones tanto en versiones pagadas como gratuitas.

La demanda de Metallica a Napster no fue sólo un hecho judicial. También abrió el camino a la distribución de la música por internet y cambió para siempre a los actores de la industria musical. El negocio nunca más volvió a ser el mismo, los CDs murieron y la era del streaming empezó, para coronarse y tomarse el mundo de la música.

¡Esperen! Luego vino Spotify… y YouTube… Bueno, esa es otra historia…

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