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Es probable que hace 30 años, lo último en que pensara Paul Masvidal es que ‘Focus’, el hoy mítico LP debut de Cynic, generará un culto de niveles extraordinarios. Sobretodo en Chile, donde el metal y la música progresiva convergen en un fenómeno cada vez menos reducido y con más alcance, nos guste o no.
Es notable conocer testimonios e historias personales que derivan en el amor por el Metal y el Rock de vanguardia. Y en este caso, lo transversal que resulta el nombre de Cynic. Tanto para fans «nerds» como para los no tanto, los amantes de la música extrema y los ‘progheads’ que disfrutan de una propuesta tan suprema como atemporal. Sudamérica, especialmente Chile, es una región donde abundan testimonios de descubrimiento y fanatismo en torno a esta música, y siempre con la fantasía de una visita por estos parajes en el futuro. Y bueno, el futuro llegó ayer jueves 20 de Abril, el mismo futuro que a nivel de sonido dejó marcando ocupado a toda una generación.
Dicen que la mejor muestra de fanatismo es tocando la música que te marca como músico, y los chilenos de Stigmatized la tienen clara al respecto. Cultores de un Death Metal técnico muy vieja escuela (Death, Atheist, los propios Cynic), con más de 25 años de carrera e imponiendo la autoridad requerida en un estilo que va más allá de la combinación de metal con virtuosismo.
Con un repertorio apuntando tanto al futuro como el presente, la jerarquía de Stigmatized genera enganche inmediato con un público bastante joven en su mayoría, lo cual dice bastante. Desde piezas infaltables como ‘Spectra’, ‘Fusión Elemental’ y ‘Spiral of Chaos’, hasta tesoros escondidos de sus años primigenios cómo ‘Ancestros’, todos ejecutados con una maestría acorde y, más aún, con el entusiasmo que implica abrir a una influencia máxima. Elegante, complejo y eficaz, el estilo Metal-Fusión de Stigmatized bastó como introducción a un viaje sensorial, transformando el escenario en su propio campo carmesí.
Pasadas las 20 horas, y cuatro años después de su debut en nuestro país, el regreso de Beyond Creation confirmaba su condición de local bien ganada, con ‘Fundamental Process’ dándole el ‘vamos’ a una hora de Death Metal técnico en su mejor hora y sin concesión a nada que no fuera su propósito de hacer música brutal y compleja hasta el sudor.
Destacando desde antes del arranque por probar sonido e instrumentos los propios músicos, Beyond Creation señala el camino del triunfo con un inicio matador, continuado por la extraordinaria ‘Earthborn Evolution’. Simon Girard comandando el caos sistemático de guitarras junto a su compañero Kévin Chartré, una postal que se mantendría fija en la retina y oídos de quienes quedaron satisfechos de tamaño despliegue de calidad.
‘Ethereal Kingdom’ mantiene el fragor en lo alto, con la última permitiendo apreciar el distintivo de Hugo Doyon-Karout en el bajo. Un instrumentista que apela a la expresión como herramienta en favor de la canción y, como debe ser en estos tiempos, no tiene empacho en acercarse al escenario a posar con algún fan o lucir la sandía que lo acompaña en sus shows. Extravagante y brillante el buen Hugo, se aseguró de inmediato el cariño tanto de quienes se repiten el plato como de los que se llevaron la primera vez con ellos, en palabras de un alborozado Simon.
El ‘vamos, conch…’ de Simon al público chileno en el inicio de ‘In Adversity’, se complementa de inmediato con la experticia que hace de Beyond Creation un referente obligado para la actual camada del Death Metal en su faceta más técnica, donde el virtuosismo de Dream Theater y la libertad de Death -del ‘Human’ en adelante- conforman un ADN incorrompible. Mientras ‘Coexistence’ se gana su espacio por ser el momento más «crudo» de una presentación con características de clínica, con el Blast-Beat de Michel Bélanger -reemplazante en la gira actual del titular Phillippe Boucher– aportando a la metralla sin decaer el buen gusto en lo absoluto. Solidez pura en una presentación brillante, coronada por la ya clásica ‘Omniscient Perception’, donde el moshpit perfectamente pudo echar abajo el Club Chocolate.
Fue poco más de una hora en que los de Quebec volvieron a Chile para desplegar su artillería y confirmar el excelente estado de salud de un estilo que, al menos acá, cuenta con adeptos que no la dudan al entregarse al placer del algoritmo predominante en los tiempos de necesidad. Beyond Creation, nuevamente, llevó su aura de evolución hacia el otro lado del aura creacional.
Si hubo que esperar 30 años para lo que entonces no pasaba de ser una quimera, ya era cosa de minutos para que se apagaran las luces y, con la aparición del combo liderado por Paul Masvidal, el inicio del viaje sideral de la mano de ‘Veil of Maya’. Precisamente la que abre el clásico Focus, el álbum protagonista de la jornada y, por lejos, EL atractivo de una visita inédita en todo aspecto. El ‘Tom Sawyer’ o el ’21st Century Schizoid Men’ de los de Florida, como quiera llamarlo pero con esa marca registrada que lo hace un himno reconocible y hecho para cantar con puño en alto.
Completando el cuadro están Max Phelps en guitarra y guturales -lo vimos acá hace casi 10 años con Death To All, compartiendo labores con Masvidal-, el bajista Brandon Giffin (The Faceless), el baterista Matt Lynch y el tecladista Zeke Kaplan. Todos funcionando de memoria y emulando en vivo el desplante aventurero de ‘Focus’ en cad surco, como nos queda claro en las siguientes ‘Celestial Voyage’ y ‘The Eagle Nature’. A destacar de entrada el desempeño de Phelps en los guturales, literalmente es como escuchar a Chuck Schuldiner de vuelta. ¿O no es así, asistentes al concierto de Death To All en 2014?
Si en el disco la mezcla de Metal y Jazz descolocaba a quienes jamás esperaban algo así en el género hace 30 años, en directo nos sumerge en un trance de proporciones astrales. Intenso y supremo por derecho propio, presenciar el funcionamiento de la máquina Cynic hasta el último engranaje se convierte en una experiencia de otro nivel. Lo cual radica su éxito en el liderazgo de Paul Masvidal, un tipo de 50 años que parece vibrar en su propia frecuencia sin sacrificar en absoluto la integridad de Cynic como un todo.
Si algún fan del Death Metal hace tres décadas arrugaba la nariz al escuchar ‘Sentiment’, hoy es un deleite para todo melómano, y también para ese mismo metalero que hoy lo digiere con todo el gusto. En el directo, el concepto de ‘Trance’ adquiere sentido literal hasta la médula, y el escepticismo de entonces hoy es sorpresa grata con efecto terapéutico. El público que repletó el Club Chocolate es testigo y particípe de aquello, con la emoción de lo inesperado expandiendo un ambiente único.
¿Cómo permanecer impasible ante el poder ondular de ‘I’m but a Wave to…’? Escalofriante la elegancia del Jazz-Fusión en un agrupación que abraza dicho estilo como parte de su búsqueda constante, que llega a puerto cuando el público cae de rodillas ante la enorme muestra de ejecución titánica. Pasajes solemnes con ráfagas de death metal puro, en su dosis justa y con toda la efectividad de la mejor música sobre quienes sabemos que está primera vez puede ser también la última.
Del metal futurista de ‘Uroboric Forms’ al impulso progresivo de ‘Textures’, hay un par de pasos. Y es en la segunda donde Paul Masvidal, discípulo aventajado de la escuela de Robert Fripp, expone su magister en el dominio de la guitarra, al mismo tiempo que su cercanía con el público en el escenario resulta conmovedora y genuina. Punto a destacar ahí la labor de Brandon Giffin, quien le saca al bajo un sonido exquisito y rico en matices y expresión. Eso que no se mide en tecnicismos de clínica, sino en el propósito de comunicar.
‘How Could I’ culmina el recorrido por ‘Focus’ de manera rutilante, para dar paso al sentido homenaje de Paul Masvidal a sus compañeros caídos Sean Reinert y Sean Malone, ambos retratados en los pendones que rodean el escenario. Sublime el gesto de Masvidal, una persona de templanza espiritual, quien mediante un instrumento parecido a un incienso, bendice al público en cancha y le da un beso fraterno a los pendones. El momento emotivo de la noche, y de lo más honesto que puede hacer el fundador y líder por quienes permanecen eternos en el recuerdo.
En medio del homenaje, una versión 100% acústica de ‘Integral’ termina por hacernos llorar. Por el recuerdo de ambos músicos legendarios, el motivo de que ‘Ascension Codes’ (2021) y la gira actual se volvieran un hecho cuando el pronóstico de ambas pérdidas podía indicar lo contrario.  Notable ahí el relato de Paul Masvidal sobre su historia familiar que lo relacionaba con Chile, en especial la capital Santiago. No hay trampa ni cartón viniendo de quien adoptó un pensamiento de vida y lo plasma en la música desde hace más de treinta años.
Si bien hay una baja en la intensidad por parte de la gente, nunca está demás apreciar las virtudes musicales e instrumentales de Cynic como referente de ayer y hoy. ‘Kindly Bent to Free Us’ y ‘Adam’s Murmur’ nos llevan a lo mejor de su material editado en la última década, donde el Jazz adquiere un papel protagónico con tintes de lujo para quienes amamos está música sin etiquetas ni limitantes. De la misma forma en que ‘Aurora’, del mencionado ‘Ascension Codes’, revela el presente glorioso de unos Cynic que se atreven a viajar donde nadie ha ido jamás, siempre apegados a la categoría con que las reverencias llegan desde cualquier punto estilístico. Como King Crimson, Rush, Magma, Ozric Tentacles y otros de la misma estirpe, Cynic trasciende en vivo como una fuerza sanadora y energizante, sin lugar a la nostalgia ni a nada que no responda a las necesidades de sus componentes.
La belleza de ‘Box Up My Bones’ y el coro pegadizo de ‘Evolutionary Sleepe’, grafican en vivo la idea de Cynic como institución de alcance universal, con Zeke Kaplan resaltando su labor en el distintivo de melodía espacial. Ambas enormes y hechas para helarte la sangre con su poder, dispuestas a alcanzarte sin importar tus credos musicales o religiosos. En esa misma línea, llega el final con ‘In A Multiverse Where Atoms Sing’ -¡vaya título!-, donde a falta de pirotecnia, hay una idea que abrazamos como si fuera una liturgia.
No sabemos si habrá una siguiente visita, y es probable que quienes llenamos anoche el Club Chocolate tenía claro que valía atesorar la vivencia de la música que se vale por su sello personal. He ahí el culto a Cynic como estandartes de la libertad en un estilo que poco y nada quiere saber de ello. La libertad de las texturas musicales, hacia donde apunta el viaje celestial en vivo, es lo que mueve a Cynic como referente absoluto en la vanguardia musical desde el estómago.
Texto: Claudio Miranda
Fotografías: Francisco Aguilar

Produce: Spider Prod. 

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