Los suecos demostraron la vigencia del rock en la actualidad.

 

19:30 horas y las puertas del Club Rock & Guitarras se abrían para dar comienzo a lo que sería una noche cargada de rock contemporáneo: Graveyard hacía su debut en Chile, en el marco del Live Latin America Tour 2019 nada menos que a casa llena.

 

Graveyard – As de Oros
Jueves 16 de mayo del 2019
Club Rock & Guitarras, Santiago.

 

Los encargados de iniciar esta fiesta, fueron los nacionales de As de Oros; quienes ingresaron al escenario pasadas las 20:20 horas tras un leve retraso. Comenzaron con ‘Nada en Común’, entregando desde el primer minuto, un rock potente mientras los asistentes aún se encontraban ingresando al recinto. Le siguieron canciones como ‘Florecer’, ‘Pánico’ y ‘Pasto tierno’; las que con solo una batería y guitarra, hicieron vibrar a los presentes.

 

“Nosotros habíamos comprado la entrada para Graveyard, pero luego se nos dio esta oportunidad y fue increíble” dijo Carlos Díaz, voz y guitarra del dúo de rock & blues, asegurando que el teloneo les llegó por sorpresa. ‘Lo que yo quiero’ entregó desplante y actitud, lo que fue valorado por los asistentes que apoyaron en todo momento a los nacionales, que posteriormente interpretaron ‘Blanca Nena’ y ‘El Bar’; esta última dio el toque de tranquilidad al show de estos chicos oriundoss de Punta Arenas.

 

‘Tú sí que sabes’ es de esas canciones que comienzan tranquilas, pero que van tomando fuerza a medida que avanzan. El ritmo marcado por la batería de Ariel Torres es un gran plus a la hora de componer y presentarse ante un público sediento de rock and roll como lo fue en esta ocasión que, casi sin pausas, obtuvo un gran cierre con ‘Mirador’, una entrega de discos al público y un “¡Aguante el rock and roll!”.   Definitivamente este dúo calzó perfecto con el estilo que se requería en un evento como este.

 

Tras media hora exacta de break, llegó al escenario el plato fuerte de la noche: los suecos de Graveyard; recibidos por los presentes entre aplausos y gritos de emoción. ‘Hisingen’ fue la canción con la que partió este show que, a pesar de todo lo que se pudo pensar, mantuvo un sonido bastante óptimo.

 

Para capear la sed, la banda se dispuso a beber una cerveza mientras daba paso a ‘Goliath’, canción que fue disfrutada por un rock y guitarras que estaba a minutos de copar su capacidad. ‘Walk On’ fue la encargada de hacer vibrar a los presentes, mientras muchos también se preocupaban de dejar un registro con sus smartphones. Tras preguntar cómo está el público, Joakim Nilsson dio paso a ‘Cold Love’ y sin pausa alguna, le siguió ‘Buying Truth’.

 

Apenas comenzaron a sonar los primeros acordes de ‘Uncomfortably numb’, la gente manifestó de todas forma posible que era de las más esperadas. Aquí llegamos al climax del show, donde todos acompañaron a Nilsson en la voz de esta canción del álbum Hinsingen Blues (2011). Con ‘Bird’ la banda desbordó actitud, rock y psicodelia; la que continuaría con ‘The Fox’, dentro de una presentación que destacó por su solidez y calidad.

 

Llegó el turno de otra de las favoritas: ‘Please don’t’, acompañada por el headbanging de quienes se encontraban en el recinto. Las guitarras de Joakim y Jonatan hacían una fusión exquisita, que combinada con el sutil, pero grueso sonido del bajo de Truls y el compás de la batería de Oskar, formaban una mezcla de alto nivel.

 

A ratos se divisaba a un público que yacía cantando con emoción, mientras Graveyard no destiñó en ningún momento. “Ahora tocaremos ‘Hard Times’ dice Nilsson, entregando así el segundo y último corte tranquilo de la noche. Con ‘Industry’ se hizo notar la potente voz de Joakim, haciéndonos recordar a ratos el rock de antaño aun cuando la formación de la banda data del año 2006.

 

Luego se interpretó ‘It ain’t over yet’, perteneciente al disco más reciente de los suecos: Peace (2018). Aquí es el solo de guitarra de Larocca-Ramm, el que toma protagonismo entre aquellos que levantaban el puño dentro del público para cantar con garra y emoción. Así se llegó a ‘Shunken’, última canción de la primera parte del show que fue acompañada por el compás de los aplausos, de la batería y de una banda que desbordaba hard rock en el escenario. Tras esto se despiden y retiran, mientras el público manifestaba su malestar al no querer que la fiesta terminara.

 

Minutos más tarde, Graveyard vuelve a escena para dar paso a un encore que constó de tres canciones: ‘Low’ fue la primera, acompañada siempre por el ritmo de los aplausos mientras el bajo ponía la base, luego se sumaron las guitarras y finalmente, la batería. El calor del recinto era evidente y Joakim –ahora con una voz un poco más rasposa- entregó toda la vibra que merece una canción como esta. Le siguió ‘Ain’t Fit’, interpretado mientras el público gritaba “Graveyard, Graveyard”.

 

El cierre definitivo lo dio ‘Siren’, donde Joakim estuvo nuevamente acompañado por la voz de asistentes que cantaron al unísono cada nota de esta canción. Su canto desgarrador fue increíblemente notable, ya que no se notó el cansancio u agotamiento tras casi dos horas de concierto.

 

Y así es como finalizó esta fiesta con una despedida a la altura, que culminó con la banda agradeciendo el apoyo y regalando los setlist, entre otras cosas. El público se negaba a salir del lugar, lo que demostró que el rock no tiene fecha de expiración; ya que casi dos horas no bastaron para satisfacer a quienes gozaron de cada segundo del espectáculo.

 

Texto: Barbara Sherman
Fotografía: Inge.ph

 

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