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Por muy odioso que parezca, imposible no asociar a Prong con una época en particular, como lo fue la década del ’90. La tirada de discos que marcó a fuego aquellos años, tuvo su punto de ebullición en el superventas Cleansing (1994), el ‘grandes éxitos’ que terminó por definir la carrera de Tommy Victor en un año clave. Tras el siguiente Rude Awakening (1996), hubo un hiato de 6 años, y un regreso traducido en siete LPs de alta factura, con los más recientes X – No Absolutes (2016) y Zero Days (2017), ambas placas dotadas de una calidad soberbia y capturando la 2da juventud de un combo que no se basta más de riffs efectivos y música urgente para estampar su sello inconfundible.

Sin la cobertura mediática de los días en que MTV y su espacio emblemático ‘Headbanger’s Ball’ eran capaces de poner el nombre de turno en la Primera Línea musical, el debut de Prong en Chile parece relegado a un culto generacional. El hardcore-punk, el thrash de la última oleada, el estilo groove que definió una década de altas turbulencias, no hay una etiqueta capaz de definir el sentimiento de quienes vivimos y sudamos la última gran revolución del rock pesado, como una forma de expresión e, incluso, adelantándose una o dos décadas a la actual era digital. Sepultura, Pantera, Machine Head, White Zombie… Prong se suma al selecto grupo con todo el derecho, y quienes estuvimos ayer en el Club Blondie, lo asumimos como una liturgia obligatoria.

Puntual y sin tanto preámbulo, Atomic Genocide fue el nombre encargado de inaugurar la jornada con su estilo arraigado en el heavy-speed metal en su forma más pura. Con el cantante Mauricio Bastías liderando el ataque, y el reciente EP Días Desiertos bajo el brazo, se hizo sentir la trayectoria de más de tres décadas, mediante un profesionalismo a toda prueba y un repertorio que, dentro de lo acotado en cantidad, nos pone al tanto de en qué están este año que se nos va rápido. Si la inicial ‘Por el Metal’ es un deber con puño en alto, ‘Hijos del Acero’ y ‘Días Desiertos’ conforman el estado actual de una agrupación que renueva fuerzas y mantiene en alto la bandera del metal de viejo cuño.

Aquí debemos hacer un alcance que no quita en absoluto el excelente despliegue técnico y visual de sus integrantes, y mucho tiene que ver con las dificultades en materia de sonido. En especial por Mauricio Batías, un cantante con un poderoso caudal de voz, en muchos pasajes perdía su nitidez y aquello jugó en contra del nivel del espectáculo. Así como el final con el binomio ‘Águila Soberbia’, ‘Escuadrón Bioterror’ cerró de manera abrupta una presentación que apuntaba a mucho más, incluso a pesar del muy escaso público presente a esas horas en el recinto ubicado en la principal avenida de la capital. Atomic Genocide hizo su trabajo, de alguna forma pasó la prueba, pero la impresión es encontrada tratándose de un nombre histórico a nivel local.

Le sigue en el cartel el turno de Válvera, una agrupación originaria de Sao Paulo y con poco más de diez años de recorrido. Cultores de un heavy-thrash rico en matices, y en plena promoción del álbum Cycle Of Disaster (2020), su condición de invitados en toda la gira sudamericana de Prong nos impulsó a apreciar las dotes de su propuesta, donde la versatilidad y el mix de subgéneros resulta determinante. Y más en estos parajes, por lo cual estuvimos ante una apuesta arriesgada a nivel de impacto.

Con el foco puesto en el presente, Cycle Of Disaster fue el protagonista de un repertorio hecho a la medida. ‘The Damn Colony’, ‘O.S. 1977’ y ‘Bringer Of Evil’, todas muestras de una propuesta que no va en absoluto por ‘reinventar la rueda’, sino que se la juega por las buenas canciones, la gran variedad de estilos combinados de manera certera y, sobretodo, la impecable ejecución de sus integrantes. Guitarras a full en onda, una base rítmica que sorprende más allá de su solidez, y el kilo de personalidad con que, pese a su condición de visitantes, Válvera logra imponer todo su oficio. Lo que es, en buen chileno, ‘hacer la pega’, dar de lo tuyo y presentar un currículo que promete.

Con el recinto registrando una alta concurrencia a eso de las 20:30, bastó la intro de ‘Test’ para terminar la espera de más de 30 años. Con el inefable Tommy Victor capitaneando el combo, Prong desplegó su artillería a la primera, precisamente con el track que finaliza el renombrado Cleansing. Riffs de octanaje implacable, coros hechos para ladrar desde las tripas, motor rtimico con la potencia de un terremoto. Y por supuesto, el carisma de Tommy Victor, un señor de los riffs con la energía desbordante de una era irrepetible. Esa misma energía que hizo erupción como un volcán en la clásica ‘Whose Fist Is This Anyway?’, con el público saltando y entonando el ‘Playing on the hate team…’ con el desahogo propio de quienes lo llevan en la sangre, fuera de lo que diga el mainstream de ayer y hoy.

La pateadura hardcore de ‘Disbelief’, como caída del cielo para quienes disfrutamos de su etapa ligada al hardcore punk de los años formativos, con el mosh pit armándose de manera inmediata. De la misma forma en que Beg To Differ (1990), su primer trabajo firmado por Epic, hace acto de presencia a través del track homónimo y ‘Lost and Found’, ambos singles estelares que marcaron el carácter irascible de los primeros ‘90s. Desde una óptica ajena, podría traducirse en un asunto de nostalgia, considerando el rango de edad de un público que, en promedio, bordeaba los 30-40 años. No se malentienda como algo negativo, sino todo lo contrario; la urgencia de canciones de alto calibre en estos tiempos de producción uniforme, le da a Prong como acto en vivo un sabor especial al paladar de quienes gustamos del rock pesado en su sentido literal.

Si hablamos del orden en el repertorio, es justo y necesario destacar el nivel de hermandad entre ‘Ultimate Authority’ y ‘Unconditional’. Ambas con una distancia de un cuarto de siglo, pero unidas en el amor por el groove desde el impulso corporal y el riff como una vía de comunicación tan visceral como efectiva. Como era de esperarse, la segunda tiene la ventaja propia de los clásicos, y más aún por su recordado videoclip. Una postal a enmarcar para quienes crecimos en la época del videoclip, cuando Internet era un proyecto secreto de la NASA (?) y, al menos a nivel local, el programa ‘Sábado Taquilla’ de TVN le daba su espacio a la música más pesada.

Dos cucharadas y a la papa con ‘Cut-Rate’, otro bombazo del arsenal de ‘best of’ que es Cleansing, para dar el paso a ‘Rude Awakening’, el single del álbum del mismo nombre y con el que Prong terminó por adelantarse a todo lo que vino de los 2000 en adelante. Tommy Victor no solamente salta y se mueve hasta el sudor, sino que la tiene clara en el buen gusto con que Prong inscribió su nombre en la historia del rock pesado, como el generador de una firma que se basta por sí sola en su efectividad. Y de paso, nos permite distinguir el desempeño brillante de sus colegas en la base rítmica, el bajista Jason Christopher y el recién ingresado Griffin McCarthy, este último un reloj humano en la batería. Sí, Prong es la criatura de Victor, y sus colaboradores en materia de ritmo dan cuenta del nivel de trabajo y consecuencia acordes a una carrera sobresaliente.

Entre la golpeadora Broken Peace’ y su coro entonado a pura rabia, y el sacudón infeccioso de ‘Another Worldly Device’, ‘Cut and Dry’ se gana su lugar en el repertorio como clásico inmediato en el directo. Como lo dijimos al comienzo, puede que la cobertura no sea la misma respecto a los días de ‘Headbanger’s Ball’, pero nada de eso quita la energía y la clase con que Prong infringe sus principios de arte y sonido. Y si hablamos de momentos fulminantes, Snap Your Fingers, Snap Your Neck’, EL mega-éxito del ’94, resume la emoción del primer encuentro con la identidad propia del sonido pesado hasta la médula. Fiesta, carnaval, como quieran llamarlo, pero nada se compara a vivir en carne propia los efectos catatónicos de un clásico absoluto. Nostalgia y todo lo que hablen desde afuera, pero para quienes éramos niños y adolescentes en esos años y crecimos grabando el video de la banda favorita de la tele al VHS, o teníamos el cassette a mano para grabar el disco de un amigo que no podíamos comprar por falta de dinero, esto supera cualquier entelequia de prensa especializada. Es pasión pura, a la antigua, la que nos mueve a los metaleros viejos.

Mientras que ‘However It May End’ y ‘Revenge… Best Served Cold’ marcaban el final del repertorio principal, y con la banda retirándose del escenario para volver después de casi un minuto de ovación, la tirada final tendría como objetivo tirar la casa por la ventana. Sobretodo si después de ‘Close the Door’ -una muestra de cómo se puede ir en la vida buscando pelea y, a la vez, hacerlo con toda la elegancia del mundo-, rematas con el peso industrial de ‘Prove You Wrong’ una noche de golazos y jugadas memorables que nos hace vibrar de la misma forma que el fútbol chileno del Colo-Colo campeón de la Libertadores, la U bicampeón con el Matador y el Leo, y la Católica del Pipo y el Beto. Ese mismo sentimiento futbolero con que las revistas Don Balón y Grinder, más allá de las obvias diferencias temáticas, nos unen en el recuerdo de una era dorada.

Tras el cierre con ‘Third From The Sun’ -original del mítico dúo Chrome, institución de vital importancia en los inicios de la música industrial y sus conceptos de Sci-Fi-, nos queda la satisfacción con nosotros, con quienes hicieron posible esta histórica primera vez. Partiendo por la propia banda, con un Tommy Victor que no paró de echar fuego en 90’ de música pesada, el bajista Jason Christopher despachandose una labor asesina cual locomotora a vapor, y el baterista Griffin McCarthy disipando cualquier duda de su reciente llegada. Por algo Prong se mantiene en la brecha hasta hoy, a base de lanzamientos discográficos de alta factura, giras maratónicas y, sobretodo, dejando en claro el propósito que mueve a los neoyorquinos sin lidiar con las presiones de una industria marcada por la inmediatez del streaming y la inclinación a la segura por los ‘Consagrados’.

Como suele pasar con las bandas de culto que tanto nos gusta, no sabemos si por la convocatoria generada nos permita soñar con una próxima visita. Por ende, el disfrute es natural cuando se trata de jugar por el equipo del odio. En este caso, el equipo de todos, sacudiendo dedos y cuello con la música que supera toda prueba, para el rudo despertar dominical y tener la limpieza como objetivo en casa. Quienes sientan disentir de la importancia de Prong en el rock pesado de los últimos 30 años, solo demuestran su error.

Texto: Claudio Miranda

Fotografías: Remigio Olivares Irribarra (The Resistance.cl)

Produce: Spider Producciones

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