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No solo es una guerra anunciada a larga lista de artistas contra Ticketmaster sino que ahora el vocalista de The Cure logra lo que muchos mortales que compramos boletos por ese sistema no podemos por más quejas y denuncias.

Los precios excesivos que Ticketmaster estableció para la venta de boletos para su primer gira después de 7 años por Estados Unidos de la banda británica fue lo que detonó la bomba de su vocalista; y no se quedo con los brazos cruzados.

Anteriormente The Cure  ya había aceptado el valor de la boletera con un precio razonable, ademas de donar aparte algunos asientos  para la caridad,  así como no tener acceso platino o valores dinámicos para el tour, ademas de hacer intransferibles para evitar la reventa con excepción que el mismo titular pueda venderlo al mismo precio en caso que no pueda asistir.

Sin embargo al abrirse la venta de boletos al publico, los fans comenzaron a reclamar en redes sociales los costos en verdad absurdos de la comisión de la boletera. Un boleto costaba al rededor de 40 dólares, de cada uno  Ticketmaster cobraría 40 dólares por servicio más 6 dólares mas por orden, por lo que el líder de The Cure no se quedo callado.

«Estoy tan disgustado como ustedes por las tarifas de Ticketmaster, para ser claro, el artista no tiene el poder de controlar esto. Les he preguntado cual es la justificación  de todo, así que si obtengo alguna respuesta medianamente coherente, les estaré informando.»

Ticketmaster ahora si se puso las pilas y llego un acuerdo con la banda en la que las personas que hayan adquirido los tickets más económicos recibirán una compensación de 10 dólares, mientras que el resto de 5 dólares, aceptando que los costos por servicio y otros eran absurda mente altos.

Smith hizo justicia a sus fans ya que logro negociar la devolución de una parte de la tasa de la comisión que cobraron para el tour The Twilight Sad con 30 fechas confirmadas en Estados Unidos.

Ticketmaster sigue en el ojo del huracán después de la queja constante de usuarios que acusan a la empresa de ser un monopolio abusivo por sus tarifas dinámicas, las filas virtuales eternas y la reventa, mismas que se han reflejado en conciertos como Bad Bunny y Taylor Swift. Pearl Jam también comenzó una batalla legal en 1992 por los costos excesivos sin llegar a un acuerdo.

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