Los años ’80 eran tiempos muy distintos a los actuales…
La televisión reinaba y la opinión pública era casi tan ignorante como ahora pero con menos maneras de “informarse”. Si bien ahora tenemos la intoxicación informativa y los bulos como principal problema, los ’80 no eran tan distintos -salvo que las fuentes de origen eran menos cuantitativamente hablando.
En los ’80 no solo reinaba la televisión (y la radio) sino también el rock duro y el Heavy Metal.
Aquella época en la que nuestro género lleva instalado prácticamente desde entonces fue el origen de muchas de las a) leyendas (urbanas o no) b) bandas superventas que a su vez c) colocaron el imaginario del género en la cultura pop. Motley Crüe eran Rosalía. Def Leppard eran C. Tangana. Ratt eran Bad Gyal. Y AC/DC eran, no sé, Coldplay.
Algo de la década anterior que se tomaba la libertad de invadir la actual pese a no estar en su mejor momento.
Para AC/DC en concreto la caída estaba siendo dura. Después de “Highway to Hell”, la muerte de Bon Scott y el estratosférico “Back in Black”, los ’80 fueron como cuando después del orgasmo mediante sexo oral alguien sigue lamiendo. Extrañamente placentero pero destructivo a la vez. “Flick of the Switch”, “Fly on the Wall”, “Who Made Who” y “Blow Up Your Video” fueron exitosos a su manera -mantuvieron el status de la banda como grupo de arenas en todo el mundo- pero carecían de la inspiración que caracterizó sus siete primeros trabajos.
Como añadido, la voz de Brian Johnson comenzaba a flaquear seriamente, especialmente después de la gira de “For Those About to Rock” y el grupo comenzaba a acusar el cansancio de diez años imparables: Phil Rudd salió de la banda en 1983 siendo sustituido por Simon Wright.
Malcolm Young acabó en rehabilitación por su adicción al alcohol en 1988 siendo sustituido por su sobrino Stevie Young, la banda comenzó a producir sus propios discos con resultados nefastos como “Fly on the Wall”, pero de algún modo salieron adelante y en 1990 se recompusieron con “The Razor’s Edge” y una espectacular gira mundial que los puso de nuevo en lo más alto.
Pero en 1985, AC/DC se encontraban enfrascados en otra de esas giras que eran prácticamente todas iguales.
El factor novedad ya se encontraba manido y Angus Young llevaba once años enloqueciendo de izquierda a derecha del escenario y ya no sorprendía tanto como antes. La competencia en aquellos tiempos era feroz, aunque la banda siguió a lo suyo. Hasta que, casi sin querer, se vieron involucrados en una controversia que casi echó al traste la gira del grupo.
Una serie de asesinatos y ataques conmocionaron al sur de California a partir de marzo de 1985. Asesinatos cometidos sin ningún tipo de patrón común. Chicas jóvenes, abuelas, hombres, niños.
Algunos cometidos a tiros, otros a cuchilladas, otros mediante estrangulamiento. Mientras la policía se esforzaba en encontrar un vínculo común, el asesino dejó una pista en el primero de los asesinatos descubiertos: una gorra con el logotipo de AC/DC.
La nueva miniserie documental de Netflix, “Night Stalker”, arroja luz sobre aquellos sucesos. A lo largo de cuatro capítulos, se explica y analiza la historia de Richard Ramirez, a quien la prensa terminó bautizando con ese nombre (“acosador nocturno”).
Habitualmente Ramirez entraba en los domicilios de sus víctimas por la ventana, a altas horas de la madrugada y cometía todo tipo de fechorías antes de que acabar con sus vidas, las de sus seres queridos o dejarles vivir traumatizadas de por vida.
Los detectives Frank Salerno y Gil Carrillo se ocupan del caso, intentando adivinar cuál será el próximo paso de un Ramirez que aterrorizó California durante el verano de 1985 y cuando las informaciones llegan a la prensa, esta hace del caso el circo mediático habitual.
Las vinculaciones de Ramirez con el satanismo, los pentagramas que dejaba pintados en las paredes de las casas de sus víctimas y que incluso llevaba tatuado en la mano y la gorra de AC/DC encontrada en el primer asesinato fueron suficientes para que la prensa estadounidense achacara a AC/DC la culpa de haber convertido a aquel joven hispano en un asesino en serie despiadado.
‘Yo pensaba que todo era una broma‘, declaró en su día el fallecido Malcolm Young a VH1. ‘¿Cómo podemos estar relacionados con este tipo?‘ se preguntaba retóricamente, recordando los incidentes de 1985. Rápidamente, la prensa y algunos grupúsculos religiosos establecieron que el nombre AC/DC significaba ‘Anti-Christ / Devil’s Child’.
Se investigaron las letras y canciones del grupo hasta la extenuación, encontrando en “Night Prowler” del disco “Highway to Hell” (1979) un enlace evidente con los actos criminales de Ramirez.
Si bien la banda intentó quitarle hierro a la letra que Bon Scott compuso para aquel tema como una especie de juego de niños que se cuelan en la habitación de la chica que les gusta por la ventana, lo cierto es que los versos de Scott eran bastante más oscuros.
Aunque la primera víctima conocida de Ramirez fue una niña de nueve años llamada Mei Leung asesinada el 10 de abril de 1984, la conexión entre asesino y víctima no llegaría hasta mucho después.
No fue hasta que Dayle Okazaki y Tsia-Lian “Victoria” Yu fueron asesinadas el 17 de marzo de 1985, con la gorra de AC/DC en el lugar del primer crimen, que se estableció una conexión entre la banda y Ramirez.
La carnicería tan solo acababa de comenzar. Una niña de ocho años fue asesinada tres días después.
El 27 de marzo de 1985 un hombre fue asesinado y su esposa mutilada. Ya en mayo, Harold Wu fue asesinado y su esposa Maxine tiroteada y violada. Ramirez, cuya identidad aún no era conocida, era imparable.
Seguiría el asesinato de una octogenaria a finales de mayo cuya hermana inválida consiguió sobrevivir al ataque, aunque ambas terminaron con símbolos satánicos marcados a cuchillo en sus cuerpos.
Un mes después, Ramirez violó a una niña de seis años para luego degollar a dos mujeres. Intentó matar a golpes a Deidre Palmer el 5 de julio con éxito, aunque lo logró con Joyce Lucille Nelson dos días después. A finales de ese mes asesinaría a una pareja.
La “gira” de Ramirez proseguiría durante todo el mes de agosto, cuando fue conectado con un crimen en San Francisco que comenzaría a estrechar el cerco sobre su persona.
Eventualmente, Ramirez fue capturado en plena huida por los suburbios de Los Ángeles por una multitud enfurecida que le golpeó incesantemente hasta que la policía llego al lugar. Fue puesto a disposición de la justicia y acusado de trece asesinatos, cinco intentos de asesinato, once violaciones y catorce robos.
Tras un juicio muy mediático, donde Ramirez gritó “Hail Satan!” ante las cámaras nada más salir esposado de la primera sesión, el asesino fue condenado a morir en la cámara de gas y pasó el resto de su vida en el corredor de la muerte hasta su eventual muerte por cáncer en 2013.
AC/DC, injustamente, vieron para siempre su reputación manchada en Estados Unidos y la canción “Night Prowler” quedó para siempre enlazada con los sangrientos crímenes instigados por Ramirez. AC/DC pasaron a ser el blanco del PMRC, que abogaba por clasificar los discos con distintos códigos según su vinculación con el sexo, las drogas o lo oculto.
Una persecución que también provocó cancelación de conciertos, como uno en Springfield, y que la banda no pudiese encontrar alojamiento en la zona al ser rechazados por los hoteles del lugar.
“Nos acusan de cualquier cosa”, explicaba Brian Johnson al biógrafo Mark Putterford en el libro “Shock to the System”. ‘Incluso nos acusan de que la mantequilla de la nevera se ponga rancia. Dijeron que estaban haciendo que se cariasen los dientes de sus hijos… tenían listas de cosas que se suponía que habíamos hecho. Era algo histérico’.
‘No hacemos nada ilegal‘ declaraba Angus Young al Los Angeles Times cuando el concierto de Springfield fue cancelado por el ayuntamiento del lugar, receloso de la mala influencia que AC/DC pudiesen tener sobre los jóvenes de la zona. ‘Ni siquiera tenemos malas intenciones. Sin embargo, la gente ataca nuestra libertad para decir lo que queramos. Es absurdo que la gente todavía tenga las miras tan estrechas. Viven en el oscurantismo si creen que a sus hijos les va a hacer daño lo que ven en nuestro show, más vale que los encierren casa. Estamos en el siglo veinte, no en la época de la inquisición’.
La cultura de la cancelación y los juicios mediáticos, tan habituales hoy en día, no son ninguna novedad. AC/DC lo vivieron en 1985 porque un asesino llevaba una gorra con su logotipo. Puede que sean otros tiempos, pero como sociedad, somos igual de manipulables.
En Enero de este año, la plataforma de entretenimiento Netflix estrenó el nuevo documental de Tilller Russel, ‘Night Stalker: The Hunt for a Serial Killer’, que a través de material de archivo y diversas entrevistas, narra la historia de Ricardo Leyva Muñoz Ramírez, un asesino en serie estadounidense conocido como Richard Ramírez, ‘The Night Walker‘.
El relato se divide en tres capítulos de 46 a 48 minutos cada uno y muestran cómo la policía de EE.UU logró conectar una serie de asesinatos cometidos en San Francisco y Los Ángeles, entre junio de 1984 hasta agosto del año siguiente, hasta dar con el responsable.
Anteriormente ya se han publicado trabajos audiovisuales que centran su historia en Ramírez, pero de acuerdo a su director, esta versión devela detalles inéditos relatados incluso por víctimas del psicópata.