El Metal es una corriente cultural que surge del desencanto de los años 70, el sueño Hippie había quedado atrás; la paz y flores no significan nada frente a los estragos del desempleo y la crisis económica. El sonido se endurece y las letras abarcan temas políticos, en las cuales predomina la desesperanza.
La música y el arte en general, tienen una misión muy clara en cualquier sociedad: transgredir; derruir el buen gusto, criticando las buenas costumbres.
El Metal es eso, explorar todo lo que la humanidad tiene de despreciable y por ello los tópicos usuales son: la guerra, la religión, los asesinatos, violaciones, necrofilia y la adoración al diablo.
Desde el punto de vista histórico, la música siempre estuvo asociada a rituales y ceremonias de carácter religioso y por tanto las referencias al diablo, son constantes.
La música es una forma de trascendencia y es muy fácil asociarla a fuerzas malignas que intentan corromper a los jóvenes. Era una realidad en la antigua Grecia, sigue siéndolo hoy en día.
Las púas y el cuero tuvieron un gran impacto en la sociedad puritana de los Estados Unidos de América, que tras una era de derroche y efervescencia juvenil, lentamente viraba hacia la austeridad y el conservadurismo recalcitrante. Frente al declive de la sociedad capitalista, era imperioso encontrar un responsable, y el mejor blanco de ataque eran esas bandas con sus cabelleras despampanantes y sus referencias al libertinaje; la obra del diablo.
No es una casualidad, que en los 80, se haya desatado una cruzada para prohibir las diferentes variantes del metal, que corrompían a la juventud. Era el chivo expiatorio perfecto, pues explicaba por sí mismo, todos los males de la sociedad. Cada cierto tiempo, a los artistas se les suele acusar de ser adoradores de las fuerzas oscuras, pero en los 80 muchas bandas estaban dispuesta a asumir esa identidad, girar hacia lo extremo.
Venom es una de las primeras bandas, en asumir de frente esa identidad; todos recordamos las notas tétricas del primer disco del Black Sabbath y la cruz invertida en el interior del disco, pero la banda hizo todo lo posible para desligarse de esa imagen y el único álbum que tiene referencias satánicas explicitas, es el ‘Headless Cross’ de 1990.
Venom lo hizo desde un inicio, popularizando el uso del Pentagrama y de la Cabra de Mendes, símbolos satánicos.
Es una revolución en sí, y muchas bandas emularon el ejemplo. Slayer adopta como emblema el pentagrama, y King Diamond se declaró seguidor de la Iglesia de Satanás .
Es provocación, en su más cruda esencia; los géneros extremos que surgen en los 80, el Thrash, el Death y luego el Black, nacen de esa necesidad: mostrar una imagen corrosiva, que no solo corrobora los rumores, si no que también los glorifica, horrorizando a toda una generación de padres de familia.
Lo que muchos olvidan, es que el Metal es una puesta en escena, que utiliza la imagen del metalero satánico, para publicitarse. Como lo fue el Rock & Roll en su momento, el Metal se convirtió en un refugio para los inadaptados, aquellos que no querían aceptar una vida rutinaria y buscaban diferenciarse, conformado una comunidad cuya identidad es escuchar música extrema rebasando los cánones habituales.
Hoy en día es casi caricatural: el pelo largo, la chaqueta de cuero y la mirada malvada, por el simple hecho que algunas personas piensan que le Metal es una cuestión de vestimenta, cuando en realidad, ahora lo transgresor es cortarse el pelo e ir a un concierto de Mayhem con una camisa rosada.
De hecho, el Black reafirma la imagen satánica, pues eran adoradores del diablo, dentro y fuera de escena, y en algunos casos colindaron con las características propias de un movimiento político.
Quemar iglesias, no tiene ninguna relación con la música o con una puesta en escena, es una acción de reivindicación política, expandiendo los límites de lo extremo y muchas bandas se declararon satánicas, asumiendo una filosofía de vida, es el caso de Gorgorth o Behexen. Pero cuando algunos lo tomaron muy en serio, la vocación transgresora se convirtió en devoción, aceptando un cierto conformismo.
Por ello Ghost, y luego Belzebubs, revolucionan nuevamente la imagen satánica, al introducir una dosis de humor, que contraviene las reglas establecidas, normas de conducta que todo metalero debe seguir. Para poder expandirse y crecer, la música tiene que desligarse de los estereotipos, y una forma de transgresión extrema, es burlarse de todas esas bandas satánicas que se acercan peligrosamente de lo ridículo.
El Thrash, el Death y el Black, se han convertido en casi parodias de sí mismos, porque han fijado reglas demasiadas ortodoxas que cohíben la creatividad. Es necesario destruir esas reglas, para crear algo nuevo. Lo satánico, fue utilizado como una imagen, la voluntad deliberada de ofender, de profanar la moralidad decadente de occidente. Ahora es necesario desligarse de esas ideas y aceptar otras formas de transgresión.
De los géneros citados, el Black es el más interesante hoy en día, porque ha logrado rebasar el estereotipo, transformando su propio ideario musical.
El Metal no es la música del diablo, el metal es la expresión de la desesperanza y sus formas extremas surgen en periodos de crisis y de profundo malestar social. Ese es el meollo del asunto, lo demás son las tediosas rabietas de un grupo de conservadores que se siguen rasgando las vestiduras por una forma de arte que jamás podrán comprender o siquiera valorar.
El Metal va más allá y logra adaptarse muy bien a diferentes situaciones y contextos, por eso estamos aquí, compartiendo la música que nos gusta, la pasión que nos une.