¡Sigue las mejores noticias en HeadbangersLA!
Fue en abril, pero en 1994 cuando el mundo de la música tuvo que lamentar una de sus pérdidas más relevantes de la década. El cuerpo sin vida de Kurt Cobain fue hallado con una nota de suicidio que decía «Es mejor arder que desvanecerse», dedicada a Boddha, su amigo imaginario de la infancia.
Su vida estuvo llena de altibajos ya que, a pesar de cosechar un notable éxito con Nirvana, estaba protagonizada por una inconstante etapa de miserias, depresión y tendencias suicidas. No aceptaba la fama como forma de vida y la popularidad de la que gozaba era todo un inconveniente en su día a día.
En una entrevista para la BBC (a través de Ultimate Classic Rock), Dave Grohl, baterista de Nirvana y actual líder de Foo Fighters, recordaba así los días posteriores a la muerte de Kurt:
“No tenía, realmente, un plan. Cuando todo da la vuelta y se sacude así, te levantas cada días pensando: ‘¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo’. Recuerdo el día después de que Kurt muriese, cuán raro se sentía levantarse sabiendo que ya no estaba con nosotros y que yo, sin embargo tenía un día más. Como, okey, ¿Qué voy a hacer yo con el ahora?”.
“Creo que, cuando pensé eso, me empecé a dar cuenta: ‘Oh, vale, tienes que hacerlo todo de nuevo’. Me refiero que tenía que prepararme el café y era el primero que me iba a beber desde que murió Kurt. Tengo que subir las escaleras y vestirme. Esto es lo primero que me voy a poner desde que se murió Kurt. Seguí así todo el rato. Honestamente, no sé lo que hice, pero fue un proceso que duró meses”.
Entonces, Grohl tuvo que enfrentarse a crear un nuevo proyecto en solitario, Foo Fighters, que, aunque triunfó, no estuvo libre de problemas. “Sé que no sueno bien, pero, ¿Cómo luzco? ¿Cómo sujeto mi guitarra? ¿Cómo hago esto? ¿Cómo me muevo? Nunca estaba en el momento. Tenía mucho miedo. Y, entonces, algo cambió. Hubo un momento en el que me dije: ‘¿Sabes qué? No voy a perder más tiempo estando nervioso o muerto de miedo. Voy a salir ahí fuera como si fuera el puto Julio Cesar”.
Pasó de ser el conserje de su instituto -viviendo en la miseria y durmiendo bajo un puente o en su propio coche- a leyenda de la música. idea que llegó a rechazar para convertirse en un simple músico secundario. Sin embargo esa actitud chocaba con la que describió su antiguo mánager en Nirvana, que afirmaba que trabajó muy duro para alcanzar la fama y que se implicaba en todos los detalles que implicaban al grupo, desde diseñar camisetas hasta estar pendiente de la emisión de sus videoclips en la MTV. Y ese era el encanto del artista, esa dualidad que le convirtió en una personalidad única y que tanto echamos de menos.
Durante la última etapa de su vida luchó contra la depresión que arrastraba, la enfermedad y su adicción a la heroína. Eso sumado a la dificultad de sobrellevar la fama, las presiones profesionales y personales -recordemos que su esposa fue la cantautora Courtney Love– le llevaron a suicidarse en su casa de Seattle en la que cumplió una de las amenazas que ya había procesado en una anterior y fallida nota de suicidio, donde expresó «elijo la muerte».