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El Teatro Flores de Buenos Aires fue el lugar elegido por Nepal para celebrar los 30 años del álbum Raza De Traidores (1993) y mostrar cómo era hacer Thrash en los ’90 en Argentina.
Era la vuelta al vivo después de alrededor de 22 años y de dos álbumes más: Ideología (1995) y Manifiesto (1997). El regreso con tres integrantes de la formación clásica: Beto Vázquez en bajo, Javier Bagalá en guitarra y Larry Zavala en voz, se completaban con Adrián Espósito (hijo de Locomotora Espósito, quien fuera miembro de El Reloj, Pappo, Boxer, Almafuerte, Lovorne, fallecido en 2016) en batería.
La banda Meyers fue la encargada de abrir para Nepal el 30 de septiembre, exactamente a la hora programada. Y lo hizo muy bien. Una banda prolija, aceitada, muy potente, que gustó al público que empezaba a hacerse presente en el teatro. Un show muy profesional, digno de lo que se estaba viniendo.
Con apenas unos 5 minutos de atraso, con el teatro ya a pleno, empezó a sonar la voz del Ruso Verea que inundó el lugar de emoción. Y recién estaba comenzando. Empezaron a seguirse, una tras otra, imágenes, fotos históricas de los músicos que ya no están entre nosotros, para luego llegar a la formación actual, la encargada de desatar todo el poderío de Nepal.
Y comenzó la demolición del Teatro Flores: con una puesta en escena perfecta y un sonido impecable, empezó a sonar ‘Perfil Siniestro’, que marcó el inicio de un pogo que pareció no detenerse hasta el final del bis. Le siguieron ‘Estadio Chico’, ‘Realidades’, ‘Falsos Profetas’. Todos coreados por el público, a tal punto que, durante varios pasajes del show, la voz de Larry era casi inaudible, tapada por la gente y su entusiasmo. Cada tema parecía ser una explosión mayor que el anterior, siendo ‘Raza De Traidores’ uno de los puntos más altos, si es que se puede hablar de puntos altos. ‘Devorando El Tiempo’ dio lugar a un momento de tranquilidad, en el que agradecieron a Tato Devetak, productor de la primera hora y Cristian Carcagno, de NWM.
‘Paredes De Hierro’ y ‘Crisis Total’ dieron paso un solo de batería, en el que Adrián mostró lo que es capaz de hacer, que no es solo tocar con precisión a velocidades altísimas, sino también crear climas, matices. Sin dudas, un gran baterista que encaja en la banda de manera muy natural, formando un tándem inmejorable con el bajo Beto, para darle soporte a la guitarra de Javier, siempre prolija, clara y precisa. Realmente una maquinaria perfecta la constituida por los tres instrumentistas. Y, encima, la voz, la presencia y el carisma de Larry. Todo cerraba a la perfección.
Cabe aclarar que, más allá de la perfección técnica de la banda, el sentimiento general era de fiesta, en ningún momento nada sonó frío, falto de alma. La emoción a flor de piel, los músicos pasándola bien y divirtiéndose en el escenario. Por supuesto, la buena onda entre los músicos era percibida por el público, que disfrutaba cada nota como si fuera la última.
Después de ‘Ciegos De Poder’ fue presentada la tecladista invitada: Joana Gieco (Ex Iorio), quien participó en ‘Besando La Tierra’. Otro punto sobresaliente fue marcado por ´Represor’ y la poderosa ‘La Señal Del Metal’, que dio paso al solo de guitarra, en el que Javier pudo lucirse, hasta metiendo riffs de AC/DC, Black Sabbath, Pantera y alguno más, que no recuerdo. Es que la emoción ya nos ganaba, sabiendo que ya entrábamos a la última curva.
‘Aquellos Bastardos’, ‘Ideología’ y ‘Lanzado Al Mundo Hoy’ (V8), nuevamente con Joana, cerraron el set. Apoteótico. La gente no paraba y finalmente llegó el bis: ‘Te Destruiré’, que terminó de demoler el teatro. Y el pogo, siempre el pogo, que parecía no tener fin.
Se hicieron de un momento para homenajear a Locomotora Espósito, siendo el punto más emocionante ver a Adrián levantando los brazos hacia la foto del padre. Inolvidable.
Un último detalle: al final, Beto, primero, y Javier, siguiéndolo, bajaron del escenario y se mezclaron con el público, saludando, regalando púas y setlists. Emocionante.
Una producción impecable, digna de un show internacional, con cada detalle en su lugar, una banda de un nivel musical muy alto, instrumentistas increíbles, luces y sonido perfectos, un setlist poderoso y emocionante por igual y un público que mezcló a los viejos metaleros con las nuevas generaciones terminaron redondeando una noche emotiva, inolvidable e histórica. Uso una palabra que escuché muchas veces cuando la gente describía el show: Demolición. Nepal demolió el Teatro Flores.
Fuimos testigos privilegiados de lo que dijo el Ruso: ‘Señoras y Señores, Nepal está de vuelta’.