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Teatro Vórterix. Miércoles 19 de octubre de 2022. Exactamente a las 20:00 hs, Adrián Subotovsky, Carina Alfie y Marcelo Roascio abrían su set que serviría de apertura para el show del guitarrista sueco.

Lo del trío de guitarristas argentinos fue lo más acorde que la producción podría haber elegido para calentar el ambiente. Fueron 30 minutos en los que se escucharon temas de cada uno de los integrantes, con el agregado de ‘Fuga Y Misterio’, de Astor Piazzolla, sí, la cortina de Tiempo Nuevo. Para este tema, contaron con un bandoneonista invitado, Jorge Donadio, quien hizo un gran aporte al set y volvería a subir al escenario para el último tema.

Un verdadero lujo tener de soportes a tamaña selección de guitarristas argentinos. Un lujo que el público supo apreciar, ya que la respuesta hacia lo que se escuchaba desde el escenario fue grandiosa, con mucho afecto y respeto. Excelente apertura.

Punto aparte para la muy buena producción: todo a tiempo, todo correcto y ordenado. Muy buen sonido, buena puesta en escena, muy profesional.

A las 21:00 hs se acababa la espera, porque empezaban los acordes de la intro de ‘Rising Force’, adelantando lo que se vendría. Aparecía en escena un delgado Malmsteen, energético y siempre armado de una Fender Stratocaster. Arrancaba el primer show de la gira latinoamericana de Yngwie. Arrancaba un show increíble, lleno de virtuosismo y buen gusto. El guitarrista sueco tiene una gran presencia escénica, un gran carisma, que acompañan a sus impresionantes recursos técnicos.

Un sonido óptimo, acorde a un artista como Malmsteen, quien estuvo acompañado por Emilio Martínez (bajo y coros), Brian Wilson (batería) y Nick Marino (teclado y voz). Todos músicos de la talla necesaria para estar al lado de alguien como Yngwie.

Martínez y Wilson constituyen una base por demás sólida, metronómica y ajustada, que sirve de soporte, junto al teclado, para todo lo que muestra Yngwie en guitarra. Nick Marino fue el socio de Malmsteen durante todo el show, ya sea con el teclado o cantando, haciendo un duelo con Yngwie o acompañando al guitarrista en sus bromas, siendo blanco de varias púas arrojadas por el sueco.

Al guitarrista sueco se lo vio de buen humor, estableciendo una muy buena interacción con la gente y con sus músicos. Ni siquiera se molestó con un pequeño problema con el sonido de una guitarra acústica, cuando ya el show se acercaba al final.

Con ‘Rising Force’ comenzaba un recorrido por la discografía de Malmsteen, que abarcó, dentro de lo posible, toda su extensa carrera, que consiste en más de 20 discos. Así pasaron: ‘Top Down, Foot Down / No Rest For The Wicked’; ‘Soldier’, ‘Into Valhalla / Baroque & Roll’, ‘Like An Angel’, ‘Relentless Fury’, ‘Now Your Ships Are Burned’, ‘Wolves At The Door’ y ‘(Si Vis Pacem) Parabellum’.

En este momento llegó el punto más clásico, con ‘Badinerie’ de Johann Sebastian Bach y ‘Adagio’ de Nicolo Paganini, para luego seguir con una monumental ‘Far Beyond The sun’ que hacia el final incluyó un fragmento de ‘Bohemian Rhapsody’ de Queen. Siguieron ‘Seventh Sign’, ‘Toccata’, ‘Evil Eye’ y un muy esperado y festejado cover de ‘Smoke On The Water’ de Deep Purple. Después llegarían ‘Evil Eye’, ‘Fugue’, una increíble ‘Brothers’, una monumental ‘You Don’t Remember, I’ll Never Forget’ y el cierre con ‘Black Star’.

El baterista tuvo su momento de lucimiento personal cuando el show se iba terminando, haciendo un solo muy ajustado que entusiasmó al público.

Malmsteen tuvo tiempo para bromear con sus músicos, interactuar con la gente, arrojar al público entre 5 y 10 púas por tema, cambiar de guitarra una o dos veces por tema, puntear con los dientes, tirar la guitarra hacia atrás para que un técnico la agarrara en el aire, tirarla al suelo, frotarla contra un Marshall y contra su trasero y para soltar las cuerdas, siempre hincando una rodilla en el suelo o tirando sus clásicas pataditas. Es que Malmsteen, además de ser un guitarrista único, es un gran showman.

En cuanto a la escenografía, tal vez hubiese venido bien un poco más de luces, como para realzar un poco la imagen del show. Pero no se puede negar que el muro de Marshalls (más de 20, entre cajas y cabezales) dio un marco imponente.

No hay que olvidar al público que saltó, hizo pogo y coreó intros, riffs y solos con igual entusiasmo. Algo que no pasó desapercibido para Ingwie, que en varios pasajes se quedó mirando a la gente con una sonrisa en la cara.

Fueron 21 temas que nos dieron 1 hora y 45 minutos de una experiencia única, una mixtura de sonidos que solamente Malmsteen puede generar: Heavy Metal, Música Clásica, Power Metal, Hard Rock, Baladas, energía, entrega total, virtuosismo, precisión, sensibilidad y sentimentalismo. Pasa del Metal más frenético a un solo de lo más intimista en segundos. Pero siempre de manera fluida y natural, nunca nada forzado, todo con un exquisito buen gusto.

Durante toda la noche sonó el ‘Olé, olé, olé, ole, Ingüi, Ingüi’. Y al final ‘No se va, el gordo no se va’. Esto deja en claro dos cosas para Malmsteen en Argentina, más allá del amor de su público: Primero, no importa cuántas veces pronuncie su nombre correctamente, acá seguirá siendo ‘Ingüi’. Y, segundo, no importa cuán delgado esté, acá seguirá siendo ‘El Gordo’.

Ingüi’ tuvo a Buenos Aires bajo su bota. Es que hay muchos cultores del Metal Clásico, algunos realmente muy buenos. Pero todos nacieron en un Universo creado por Malmsteen. Es por eso que Ingwie es y será el Dios del Metal Clásico.

 

 

Texto: Rubén Ramos

Fotografías: Christian Odreman

Producción: mts Agency, Stargate Productions

Prensa: Gaby Sisti Press 

 

SUBOTOVSKY, ALFIE, ROASCIO

YNGWIE MALMSTEEN

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